¿Cómo no va a ser europeísta la generación millennial?

¿Cómo no va a ser europeísta la generación millennial?

Ya no hay vuelta atrás, las nuevas generaciones pertenecemos a una aldea global que mira hacia proyectos de integración. Europa ya no es un horizonte, es la realidad en que vivimos.

Aunque naciéramos en los últimos días de la era analógica, el mundo digital ha destruido los viejos muros que separaban las culturas. ¿Eres de Delhi? No importa porque si te gustan las Jotas encontrarás una guía fantástica de cómo aprender a cantarlas en YouTube. Es por ello que, sin saberlo, las nuevas generaciones no pertenecemos a la cultura española en exclusiva, somos el fruto de todo cuanto llega a nosotros y de aquello que decidimos ver y escuchar a través de internet. Del mismo modo que esto es así, la cultura tradicional y la más reciente surgida en España tampoco es patrimonio exclusivo de este país, Rosalía, por poner un ejemplo potente, es patrimonio común de los amantes de la música en todo el mundo.

Este espíritu sin precedentes de compartir lo que antes era exclusivo, de enseñar al resto lo bueno que uno puede ofrecer a la vez que se aprende de lo ajeno, forma parte de ADN Europeo. Podríamos decir que Internet es, a nivel cultural, lo que el proyecto Europeo resulta para la política y la integración. Si estamos a la historia de esta región nuestra del mundo entenderemos lo valiente y ejemplificador que resulta que una de las regiones más conflictivas del mundo decidiese unir sus distintas culturas, dejar a un lado los egos nacionales, y creer en un proyecto común. Así los europeos decidieron no repetir las guerras del pasado y forjar una alianza basada en valores de transversalidad, libertad, respeto y amistad.

Sin embargo, hoy estas ideas que levantaron la Unión Europea se están viendo desafiadas por otras que fomentan una suerte de regresión. Está claro que cualquier proyecto vive momentos de expansión y contracción, éxito y fracaso, y que el progresismo que aportó Europa asustó a muchos que temieron quedar disueltos en un proyecto tan grande. De ahí que los movimientos del Euroescepticismo pudiesen respaldar las inseguridades de quienes desconocían la magnitud e importancia del proyecto.

Sin embargo nuestra generación sabe muy bien cómo compartir y difundir cultura, conocimiento, emprendimiento y ocio a escala internacional través de las redes, no le tenemos miedo a proyectos ambiciosos porque somos una generación global. Defendemos el intercambio de ideas, de idiomas y de perspectivas, ya no seguimos únicamente lo que dicen en los medios locales, buscamos todas las caras de la noticia y queremos seguir conociendo aquello que desconocemos.

Está clarísimo, la juventud valiente es Europa.

 

Ramón Soler-Padró

Músico, jurista y locutor de radio

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