La monarquía mola

La monarquía mola

A que choca. Esperaban que dijera que la monarquía es majestuosa, esplendorosa, grandiosa, pomposa, suntuosa… o lo contrario, caduca, anticuada, facha, presuntuosa,… pero si la estudiamos a fondo nos vamos a encontrar con algunas sorpresas –como dice Goma Espuma- sorprendentes. Esto es lo que ha hecho el catedrático de Sociología Emilio Lamo de Espinosa en un reciente trabajo titulado Monarquía parlamentaria y democracia, algo más que “conllevanza”. Porque el término orteguiano describe muy bien a los juancarlistas que así se han declarado durante su reinado, en una especie de sonrojo por admitir la buena marcha del país bajo la Corona, ¿no será que la monarquía es beneficiosa? En su trabajo, Lamo analiza muchos de los aspectos de la monarquía parlamentaria y los contrapone a las principales críticas de los partidarios de la república, a saber: la monarquía es cara, antidemocrática, y anticuada. Pues va a ser que no, porque a la vista de las cifras y los datos objetivos estas afirmaciones no se sostienen. Veamos.

Según las fuentes del estudio, la monarquía española no es más cara que otras monarquías ni siquiera de otras jefaturas de Estado de países republicanos: la española cuesta 0,23 dólares per cápita, la jefatura de la república alemana 0,46, y las monarquías británica 1,06, la holandesa, 3,15 y la noruega 7,58. Otra fuente (2013) y solo con ánimo comparativo resalta que mientras nuestra monarquía nos cuesta 7,9 millones de euros, la noruega 40, la británica, 38, la holandesa (no la salsa) casi 40 y la jefatura alemana 25,6. Ojo con los franceses que se dejaron en el Eliseo 106,2 millones.

¿Cómo tengo la democracia doctor? Al analizar la calidad democrática de las monarquías parlamentarias frente a las repúblicas los resultados pueden sorprender a algunos. Lamo analiza las nueve monarquías verdaderamente parlamentarias (sin dependencias soberanas y que no lo sean nominalmente) y las compara con el índice de democracia de The Economist Intelligence Unit que clasifica los sistemas políticos del globo en varias categorías de más a menos democracia y cuyo resultado es que en el mundo solo hay 19 democracias plenas (full democracies), entre las que no están –atención- ni Estados Unidos ni Francia, pero sí que están, ¡sorpresa! siete monarquías entre ellas por cierto la española por lo que Lamo termina diciendo “Nada menos que siete de las ocho monarquías parlamentarias figuran entre las veinte mejores democracias del mundo”. Otras fuentes como Freedom House arrojan resultados similares, por lo tanto “es más probable que un sistema político sea libre si es monárquico que si es republicano”. Además se hace mención a otros índices como el de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, el de Progreso Social de Harvard, el de reputación del Reputation Institute, o el de Percepción de la Corrupción en los que las monarquías parlamentarias –no les aburro con más datos- se encuentran arriba de la tabla.

Por lo tanto si las democracias parlamentarias se comportan tan bien en los índices, no ya de desarrollo que también, sino de calidad democrática podemos estudiar una correlación directa entre monarquía y democracia: las monarquías refuerzan los valores democráticos más que las repúblicas.

Y anticuada ¿lo es la monarquía? Depende. Si ya hemos dicho que es democrática y que facilita altos niveles de desarrollo ¿a qué llamamos “anticuado”? ¿a ir –a veces- en carroza? ¿a vivir en un palacio? ¿al tratamiento y protocolo fruto del “arcaico sustrato semántico”? Si vemos con perspectiva, en muchos casos los miembros de las familias reales son elementos modernizadores de sus naciones, no olvidemos los impulsos ejemplarizantes que múltiples monarcas han realizado en sus naciones sin ir más lejos nuestro Juan Carlos I. Pero es que además como primera familia de la nación y bajo el paraguas de la estabilidad y continuidad que representan pueden “normalizar” actitudes no tan bien vistas por algunas capas de la sociedad: Me refiero al heredero que se casa con una divorciada ¿les suena? o al que lo hace con una persona de otra raza como ha hecho el nieto de la reina del Reino Unido.

Descartada la monarquía como institución cara, poco democrática y anticuada, pensemos ahora qué ventajas puede tener que no sea electiva. ¿Han intentado alguna vez hacer una terna de posibles presidentes de la república española?, yo lo he hecho en cenas de amigos y a nadie le salían tres. ¿Qué quiero decir? Pues que el elemento partidista de los políticos susceptibles de ser presidentes, aleja de ellos el papel de “neutralidad” que se espera de su alta representación. Lo ha dicho recientemente Felipe González en el Americas Society/Council of the Americas: la monarquía es “la mejor fórmula para España por su garantía de neutralidad”, y añade “mejor eso, que una monarquía republicana que veo por muchos países que heredan los hijos o las esposas y que está bastante de moda”. Por lo que contra lo que podíamos pensar, “contra-intuitivamente”, el carácter hereditario de la institución es un elemento estabilizador ajeno a la lucha política de los partidos, con índices de popularidad mucho más altos que sus pares –jefes de Estado- republicanos.

Pero sin entrar en los beneficios específicos que la monarquía tiene para España, sigamos hablando de los genéricos. En muchas de las repúblicas los jefes de Estado tienen ciertas prerrogativas menos democráticas que las monarquías parlamentarias, es lo que Petra Schleiter y Edward Morgan de la universidad de Oxford llaman “remplazo sin elecciones”. En las monarquías parlamentarias cuando un gobierno no puede seguir su labor ejecutiva lo más corriente es convocar elecciones –refrendadas por el Rey-, dando al pueblo la oportunidad de elegir un nuevo presidente del Gobierno. Por el contrario, en las repúblicas es más común que el presidente disuelva el gobierno buscando otra mayoría parlamentaria para formar un nuevo gobierno sin convocar elecciones.

Dejaré para otra ocasión las ventajas que disfrutamos los españoles al tener una monarquía, pero el mensaje a las repúblicas, es que se lo piensen mejor y como decía Dylan Matthews en el Washington Post, en Estados Unidos deberían buscar unos reyes y darles una oportunidad a Jay-Z y Beyoncé. ¿Más candidatos?

 

Pablo Zavala

Socio Fundador

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