Los grandes desafíos en materia laboral tras las crisis financiera

Los grandes desafíos en materia laboral tras las crisis financiera

A diez años vista, hoy todos sabemos que el Leitmotiv que originó la mayor crisis financiera de la historia con la caída de Lehman Brothers no ha dejado de ser sino una variable, significativa, si acaso el exponente, pero no la ecuación en sí misma. Y si bien es lo cierto que permitió poner en evidencia el contexto financiero en que se desarrollaba la actividad económica de los países más avanzados, por especialmente relevante, supuso la constatación de la falta de control de las gobernanzas internacionales (FMI, Banco Mundial, Estados y Bancos centrales,…) sobre los emporios financieros creados en la década de los 90, quienes pululaban a su libre albedrío y en todo caso desconectados de la realidad social.

Así, las causas eran conocidas por todos los agentes (desaforado incremento de la deuda pública y privada a costa de la concesión de un dinero fácil y barato), empero no se dimensionó la magnitud de sus efectos. Siendo que todavía hoy perdura la duda de si es una crisis superada o estamos en riesgo de su repetición en versión renovada, así como de la voluntad y capacidad de los gobiernos para controlar estas fuerzas económicas, en tanto que los gobiernos mismos siguen imbricados en esta encrucijada, a fuer del generalizado y descontrolado incremento de su endeudamiento, incluso en los momentos actuales.

No dejan de ser síntomas, otrora indicios de un nuevo capitalismo dominado por los oligopolios de las grandes corporaciones financieras que tienen en sus manos los principales ejes del nuevo contexto socioeconómico (robótica, avance tecnológico, redes digitales, expansión logística, …). Muestrario este representativo de la gran inquietud social que proporcionan estos avances, que encuentra su manifestación más clara en los nuevos millenials, consumidores rendidos a este modelo, engrasados por un dinero de fácil acceso, endebles e inseguros ante este nuevo contexto basado en el desarrollo de la inteligencia artificial. Cabe preguntarse bajo estas premisas ¿por cuánto tiempo subsistirá/aguantará este modelo económico-financiero en que nos vemos inmersos?, ¿qué entregamos y esperamos de esta nueva generación?….

Es una cuestión constada -por constable- que los efectos de esta nueva reorganización de la gobernanza financiera internacional ataca de forma principal y prioritaria a las clases medias, a las que ha dejado en caída libre, provocando una polarización cada vez mayor entre pobres y ricos. En ello que no sea de extrañar que una parte significada de la opinión económica venga a reclamar la necesidad de la implantación de “una renta básica” para mantener a futuro el nuevo orden social. Pero este empeño no será suficiente, como no lo será financiar políticas sociales o altruistas sin objetivos y respuestas esperadas claras. Cualquier movimiento en esta dirección ha de pasar por armonizar la integración social de esta generación en el nuevo contexto de la globalización económica. En el orden económico, nunca constituirá una buena idea facilitar el endeudamiento sin una educación social que coadyuve a una eficiente gestión de los recursos.

Preocupa cada más que el gran tsunami vivido en la precedente década difumine, cuando no borre de cuajo estos referentes, a más de constituir los valores sociales milenarios sobre los que se ha conformado el estado de bienestar en la Europa que hoy conocemos. En ello, que este histórico nos tenga que servir de referencia, por cuanto los países e instituciones que la integran no están exentos de estos riesgos, del desgobierno de una deuda pública desenfrenada por más del papel que esta asumiendo el Banco Central Europeo. No podemos, y debemos poner los mayores esfuerzos en evitar los efectos sociales perniciosos de estas políticas para las próximas generaciones. Necesitamos ganar la confianza de nuestras instituciones, de que no se repetirán los grandes errores identificados en la crisis Lehman -engaño global incontrolado-.

Iteramos entonces que cualquier salida de la crisis nos ha de llevar a no repetir la historia, a aprender de las causas que la generaron y, en su referencia, a superar con generosidad solidaria los grandes retos económicos y sociales en que estamos inmersos. Objetivos que solo desde el acogimiento de un principio de solidaridad universal, en nuestro caso puntualmente reconocido en nuestra constitución, permitan aminorar las grandes secuelas y brechas sociales que nos ha dejado, constituyendo referentes y ejes obligados de los grupos más afectados. De forma que solo desde la presión de estos grupos, de su reorganización social, se podrán superar las brechas abiertas tras la crisis. En este indiscutible objetivo que se hayan de atender e implementarse políticas sociales prioritarias -en el ámbito laboral- en materias especialmente sensible como:

  • Empleo precario, que afecta de forma prominente al empleo juvenil.

Amén de las dudas que ha creado la estabilidad de los buenos ratios de población activa (ocupada) desde el año 2013 hasta el primer trimestre del presente año, principalmente en el sector público, especialmente valorados a tenor de la velocidad con que se destruyeron en el tres años precedentes, es un hecho constatado que España sigue teniendo una tasa de paro comparativamente preocupante -por negativa- con la de los países más desarrollados. Así, a salvo del caso Grecia (23,8%) , en el año 2017 representó un 18,2%, muy superior a la medida europea (8%). Desde esta referencia bien podemos decir que España crea empleo, empero tratarse de empleo temporal, de escasa calidad y de una baja productividad. De no corregirse esta tendencia, estamos próximos a entrar en la senda de población en riesgo de pobreza relativa laboral.

Pero estas cifras se desarbolan -crece la brecha- cuando se analizan los datos de los trabajadores jóvenes, segmento en el que la tasa de paro asciende al 20%, escasamente superado por Grecia, con un nivel de ingresos inferior al 60% del ingreso medio. Datos que, según apunta la OIT, pone a España en situación de “desafío especialmente grave”.

 

  • La desigualdad de género

La mujer está a la cabeza del paro en España (20% contra el 17%). La desigualdad/brecha salarial se produce tanto respecto de los puestos directivos como de género (hombre y mujeres), en este caso, manifestada (i) en la ralentización de la participación de las mujeres en el mercado laboral, aún de que el número de mujeres universitarias empieza a equipararse al de hombres y, en otro orden, (ii) en la discriminación salarial respecto de los varones (el salario medio que perciben las mujeres es inferior en el 18,8% al de los hombres).

Estos indeseados datos discriminatorios constatan que la desigualdad de género sigue siendo una realidad, una asignatura pendiente y preferente por prioritaria. A la postre, lo que nos ha de llevar a implementar acciones concretas y contundentes dirigidas (conciliación familiar, horarios flexibles, …) a lograr que mujeres y hombres accedan al mercado laboral y desarrollen su trabajo en iguales condiciones, para estrechar esta brecha de actividad. Según datos de la OCDE, esta brecha (que supera el 25% en España a partir de los 44 años, cifra superior a la media europea) no es tan grande en los primeros años laborales de ambos géneros, pero se agudiza en el momento en el que la mujer se introduce en la etapa de maternidad.

Bajo estos datos, se antoja preeminente y obligado mantener la presión ante los gobiernos para forzar acciones específicas dirigidas a las mujeres, políticas que han de pasar por una extensión educativa en materia de igualdad de género.

  • La brecha económico-salarial de los “millennials”

Leía recientemente -mis disculpas por carecer de datos para su cita- un artículo que se refería a los integrantes de esta generación como los “animales mitológicos” de la sociedad actual. Salvando las distancias en su vertebración intelectual, lo cierto es que es difícil encontrar un día que no aparezcan en los medios de comunicación referencias a esta generación, intentando adentrase en su mundo (cómo son, que objetivos vitales persiguen, de qué viven, …).

En el ámbito laboral se trata de una generación de personas “más que menos” maduras, que han tenido una incorporación laboral tardía, y en la mayor parte de los casos -en contradicción con su preparación académica- precaria. El perfil de esta generación, definida como individualista, malcriada e insolidaria, imbuida en las nuevas tecnologías (internet), es sin embargo la que articula el contexto socioeconómico actual. Y cabe preguntarse ¿qué estamos haciendo para su incorporación a las estructuras sociales de decisión?, porque no hemos de obviar en este análisis que, si bien se adentran a una época de esplendor en el ámbito familiar, arropados por ésta, pero en buena medida frustrados laboralmente por la crisis económica que les ha tocado vivir.

La llamada generación joven (nacidos en los años 80-90, 25-35 años) dispone de unos recursos (sic. riqueza económica generada) muy inferior a la de sus antecesores (el 28% sobre el 15% de la generación anterior), en ello ignominiosamente denominados “mil euristas”. La frustración en sus expectativas es el sino de esta generación de “jóvenes maduros”, que viven en tasas de temporalidad y precariedad laboral (con una tasa de paro próxima al 26%) difícilmente imaginables, en todo caso que deben suponer una llamada de alerta/alarma para los gobernantes.

Aspiraciones tan legítimas como disponer de una vivienda, hipotecarse, buscar opciones de una pensión digna al final de su vida laboral (jubilación), les ha sido coartadas a vista de esta precariedad laboral.

Siendo así que, si ciertamente España está en fase de recuperación económica debe superar esta contradicción a la que se les ha abocado. No podemos olvidar que esta generación Milllenials será el grupo de población activa más importante a partir de los años 2020, los nuevos líderes y gestores de la política social y económica, formados en las nuevas tecnologías, con todas las incertidumbre y contradicciones que su desarrollo comportará.

En todo ello, que hayamos de poner todos los medios para que encuentren un entorno entusiasta y con mayores niveles de socialización en que desarrollar sus aspiraciones profesionales, otrora, emprendedores en el mundo de la digitalización y abiertos a la movilidad laboral, con mayores cotas de autonomía decisoria.

Solo en el encuentro de estos desafíos se mantendrá la estabilidad de nuestro sistema económico-laboral, en todas sus manifestaciones y facetas, atraídos por proyectos que aporten estabilidad a los Millenials, tanto en su vertiente social (familiar) como en el especificamente económico.

En esta perspectiva, FORO ESPAÑA DE LA SOLIDARIDAD Y EL PROGRESO empeñará todo su esfuerzo, bajo el firme compromiso de llevar a cabo análisis rigurosos y debates abiertos sobre todos estas materias, con la idea de someter a presión a los poderes públicos en su implementación.

 

Jesús Verdes
Socio Fundador

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